Depender menos de China es una respuesta atractiva en la política de Estados Unidos, pero la realidad es algo más compleja. «Estados Unidos es el mayor consumidor del mundo, China es el mayor productor de bienes»; le dijo el analista Robin Brooks a Financial Times. El emparejamiento es tan natural que China sigue enviando productos a México, aunque no de la forma más convencional. Eso implica recurrir a terceros y México es el aliado perfecto.
La cifra dura es ilustrativa por sí sola. China envió a México 881,000 contenedores en los primeros nueve meses de 2023. En el mismo período de 2022 envió 689,000, según cifras de Container Trades Statistics. México se ha convertido en el tercero ideal porque las exportaciones mexicanas no enfrentan los cargos en aranceles que sí las exportaciones que provienen directamente de China. Con ese panorama, el mercado de exportaciones mexicanas con productos que en realidad provienen de China está a punto de explotar.
El primer gran ejemplo lo tenemos a la vista y está en la industria manufacturera de autos chinos. En enero pasado dábamos cuenta del intento de SEV, el titán chino, de construir una fábrica de baterías para autos eléctricos en ni nada menos que Durango. JAC prevé hacer lo propio con su propia fábrica que estaría en el estado de Hidalgo. Que los autos sean pieza central de la importación y exportación de bienes chinos no es fortuito. A decir de Financial Times, los autos importados de México incurren en un impuesto del 2.5%, pero la tarifa aumenta hasta el 25% si provienen de China.
A China le conviene que México sea su nuevo mejor amigo: es la única forma de seguir exportando a Estados Unidos
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